Vor einem
großen Walde wohnte ein armer Holzhacker
mit seiner Frau und seinen zwei Kindern; das
Bübchen hieß Hänsel und das
Mädchen Gretel. Er hatte wenig zu beißen
und zu brechen, und einmal, als große
Teuerung ins Land kam, konnte er das tägliche
Brot nicht mehr schaffen.
Wie er sich nun abends im Bette Gedanken machte
und sich vor Sorgen herumwälzte, seufzte
er und sprach zu seiner Frau: »Was soll
aus uns werden? Wie können wir unsere
armen Kinder ernähren da wir für
uns selbst nichts mehr haben?«
»Weißt du was, Mann«, antwortete
die Frau, »wir wollen morgen in aller
Frühe die Kinder hinaus in den Wald führen,
wo er am dicksten ist. Da machen wir ihnen
ein Feuer an und geben jedem noch ein Stückchen
Brot, dann gehen wir an unsere Arbeit und
lassen sie allein. Sie finden den Weg nicht
wieder nach Haus, und wir sind sie los.«
»Nein, Frau«, sagte der Mann,
»das tue ich nicht; wie sollt ich's
übers Herz bringen, meine Kinder im Walde
allein zu lassen! Die wilden Tiere würden
bald kommen und sie zerreißen.«
»Oh, du Narr«, sagte sie, »dann
müssen wir alle viere Hungers sterben,
du kannst nur die Bretter für die Särge
hobeln«, und ließ ihm keine Ruhe,
bis er einwilligte.
»Aber die armen Kinder dauern mich doch«,
sagte der Mann.
Al lado
de un gran bosque vivía un pobre
leñador con su mujer y sus dos hijos;
el niño se llamaba Hansel, y la niña,
Gretel. No tenían qué llevarse
a la boca y, en una época de carestía
que sufrió el país, llegó
un momento en que el hombre ni siquiera
podía ganarse el pan de cada día.
Cuando de noche el leñador estaba
reflexionando y dando vueltas en la cama,
sin que las preocupaciones le dejaran pegar
ojo, suspiró y dijo a su mujer
-¿qué va a ser de nosotros?
¿Cómo daremos de comer a nuestros
pobres niños? Ya nada nos queda.
-Sabes qué, marido mío- respondió
ella, -mañana, muy de madrugada,
llevaremos a los niños a lo más
espeso del bosque. Les encenderemos un fuego,
les daremos a cada uno un pedacito de pan
y luego los dejaremos solos para ir a nuestro
trabajo. Como no sabrán encontrar
el camino de vuelta, nos libraremos de ellos.
-¡Por Dios, mujer! -dijo el hombre,
-eso no lo hago yo. ¡Cómo tengo
valor para abandonar a mis hijos en el bosque!
No tardarían en ser destrozados por
las fieras. -¡No seas tonto! -dijo
ella, -entonces tenemos que morirnos de
hambre los cuatro. Ya puedes ponerte a cepillar
las tablas de los ataúdes.
Y no cesó de importunarle, hasta
que estuvo conforme con ella.
-Pero los pobres niños me dan mucha
pena- dijo el hombre.
Vokabular
der
Holzhacker = el leñador
wenig
zu beißen und zu brechen haben =
no tener qué llevarse a la boca