Am frühen
Morgen, wenn Clara das Frühstück
bereiten half, stand er bei ihr und las
ihr aus allerlei mystischen Büchern
vor, daß Clara bat: »Aber lieber
Nathanael, wenn ich dich nun das böse
Prinzip schelten wollte, das feindlich
auf meinen Kaffee wirkt? - Denn, wenn ich,
wie du es willst, alles stehen und liegen
lassen und dir, indem du liesest, in die
Augen schauen soll, so läuft mir der
Kaffee ins Feuer und ihr bekommt alle kein
Frühstück!« -
Al
día siguiente, mientras Clara preparaba
el desayuno, fue a su lado y empezó
a leer diversos pasajes de libros místicos,
hasta que Clara dijo:
-Pero, mi querido Nataniel, ¿y si
yo te considerase a ti como el principio
diabólico que actúa contra
mi café? Porque, si me pasara el
día escuchándote mientras
lees y mirándote a los ojos como
tú quieres, el café herviría
en el fuego y no desayunaríais ninguno.
Nathanael
klappte das Buch heftig zu und rannte voll
Unmut fort in sein Zimmer. Sonst hatte
er eine besondere Stärke
in anmutigen, lebendigen Erzählungen,
die er aufschrieb, und die Clara mit dem
innigsten Vergnügen anhörte,
jetzt waren seine Dichtungen düster,
unverständlich, gestaltlos, so daß,
wenn Clara schonend es auch nicht sagte,
er doch wohl fühlte, wie wenig sie
davon angesprochen wurde. Nichts war für
Clara tötender, als das Langweilige;
in Blick und Rede sprach sich dann ihre
nicht zu besiegende geistige Schläfrigkeit
aus. Nathanaels Dichtungen waren in der
Tat sehr langweilig. Sein Verdruß über
Claras kaltes prosaisches Gemüt stieg
höher, Clara konnte ihren Unmut über
Nathanaels dunkle, düstere, langweilige
Mystik nicht überwinden, und so entfernten
beide im Innern sich immer mehr voneinander,
ohne es selbst zu bemerken.
Nataniel cerró el libro de golpe
y se dirigió malhumorado a su habitación.
En otro tiempo había escrito cuentos
agradables y animados que Clara escuchaba
con indescriptible placer, pero ahora sus
composiciones eran sombrías, incomprensibles,
vagas, y podía sentir en el indulgente
silencio de Clara que no eran de su gusto.
Nada era peor para Clara que el aburrimiento;
su mirada y sus palabras dejaban ver que
el sueño se apoderaba de ella. Las
obras de Nataniel eran de hecho muy aburridas.
Su disgusto por el frío y prosaico
carácter de Clara fue en aumento,
y Clara no podía vencer el mal humor
que le producía el sombrío
y aburrido misticismo de Nataniel; y así,
sus almas se fueron alejando una de otra,
sin que se dieran cuenta.
Die Gestalt
des häßlichen
Coppelius war, wie Nathanael selbst es
sich gestehen mußte, in seiner Fantasie
erbleicht und es kostete ihm oft Mühe,
ihn in seinen Dichtungen, wo er als grauser
Schicksalspopanz auftrat, recht lebendig
zu kolorieren. Es kam ihm endlich ein,
jene düstre Ahnung, daß Coppelius
sein Liebesglück stören werde,
zum Gegenstande eines Gedichts zu machen.
Er stellte sich und Clara dar, in treuer
Liebe verbunden, aber dann und wann war
es, als griffe eine schwarze Faust in ihr
Leben und risse irgend eine Freude heraus,
die ihnen aufgegangen. *Endlich, als sie
schon am Traualtar stehen, erscheint der
entsetzliche Coppelius und berührt
Claras holde Augen; die springen in Nathanaels
Brust wie blutige Funken sengend und brennend, Coppelius faßt ihn und wirft ihn
in einen flammenden Feuerkreis, der sich
dreht mit der Schnelligkeit des Sturmes
und ihn sausend und brausend fortreißt.
Es ist ein Tosen, als wenn der Orkan grimmig
hineinpeitscht in die schäumenden
Meereswellen, die sich wie schwarze, weißhauptige
Riesen emporbäumen in wütendem
Kampfe. Aber durch dies wilde Tosen hört
er Claras Stimme:
La imagen del odioso Coppelius, como el
mismo Nataniel podía reconocer, cada
vez era más pálida en su fantasía,
y hasta le costaba a menudo un esfuerzo
darle vida y color en sus poemas, donde
aparecía como un horrible espantajo
del destino. Finalmente, el atormentado
presentimiento de que Coppelius destruiría
su amor le inspiró el tema de una
de sus composiciones. Se describía
a él mismo y a Clara unidos por un
amor fiel, pero de vez en cuando una mano
amenazadora aparecía en su vida y
les arrebataba la alegría. Cuando
por fin se encontraban ante el altar aparecía
el horrible Coppelius que tocaba los maravillosos
ojos de Clara; éstos saltaban al
pecho de Nataniel como chispas sangrientas
encendidas y ardientes, luego Coppelius
se apoderaba de él, lo arrojaba a
un círculo de fuego que giraba con
la velocidad de la tormenta y lo arrastraba
en medio de sordos bramidos, de un rugido
como cuando el huracán azota la espuma
de las olas en el mar, que se alzan, como
negros gigantes de cabeza blanca, en furiosa
lucha. En medio de aquel salvaje bramido
oyó la voz de Clara:
»Kannst du mich
denn nicht erschauen? Coppelius hat dich
getäuscht, das waren ja nicht meine
Augen, die so in deiner Brust brannten,
das waren ja glühende Tropfen deines
eignen Herzbluts - ich habe ja meine Augen,
sieh mich doch nur an!« - Nathanael
denkt: Das ist Clara, und ich bin ihr eigen
ewiglich. - Da ist es, als faßt der
Gedanke gewaltig in den Feuerkreis hinein,
daß er stehen
bleibt, und im schwarzen Abgrund verrauscht
dumpf das Getöse. Nathanael blickt
in Claras Augen; aber es ist der Tod, der
mit Claras Augen ihn freundlich anschaut.
-¿No puedes mirarme? Coppelius te
ha engañado, no eran mis ojos los
que ardían en tu pecho, eran ardientes
gotas de sangre de tu propio corazón...
yo tengo mis ojos, ¡mírame!Nataniel
piensa: "Es Clara, y yo soy eternamente
suyo".
Es como si dominase el círculo de
fuego donde se encuentra, y el sordo estruendo
desaparece en un negro abismo. Nataniel
mira los ojos de Clara, pero es la muerte
la que lo contempla amigablemente con los
ojos de Clara.